In memoriam: Antonio Jiménez Torrecillas
El arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas falleció hace hoy un mes en Granada, a la edad de 53 años. Un cáncer que le afectaba sesgó la brillante carrera que había desarrollado. Además de su labor como proyectista, también participó en la vida académica enseñando en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Granada.
Su trabajo tenía la capacidad de incluir la luz casi como un elemento portante más, aprovechando todos sus matices posibles. La sutilidad de sus proyectos acentúa aún más el uso que hace de la luz, cediendo a ésta el protagonismo que merece. Plano y Escala te trae, un pequeña revisión de algunos de los proyectos que abanderan el currículum de Torrecillas:
Centro José Guerrero
Terminado en 2000, fue uno de sus primeros proyectos en tomar renombre. Consiguió sumarse a la imponente Catedral de Granada, para reconstruir un ambiente descompuesto. La naturalidad con que el proyecto dialoga con un entorno tan complicado consigue crear un ambiente ‘pictórico’ que sobrepasa los mismos muros del edificio, siendo el contenedor perfecto para la obra del pintor José Guerrero.
Muralla Nazarí
Quizás su obra más conocida sea la rehabilitación de los restos de la muralla Nazarí en el Alto Albaicín, en Granada. En un paisaje muy próximo a la ciudad se desarrolla esta obra, a caballo entre el paisajismo y la construcción, que supone la reinterpretación de la antigua muralla nazarí que circunda el Cerro de San Miguel. El proyecto supone una pieza que se inserta delicadamente siguiendo las trazas de la muralla, de forma que se entiende tanto como un todo como una suma de piezas. Jiménez Torrecillas ofrece un espacio más rico vaciando el trozo de muralla propuesta, y practicando multitud de pequeñas perforaciones. estas perforaciones convierten la muralla en un mirador, además de crear una atmósfera inigualable en su interior gracias a la luz tamizada.
Torre del homenaje de Huéscar
El objetivo era rehabilitar las ruinas de un antiguo asentamiento militar que había caído en la despreocupación. De este modo, el proyecto propone una pieza de una ligereza extrema que consiga ceder el máximo protagonismo a la preexistencia, dotándole además de un nuevo uso. El mirador crece desde el interior de la torre hasta apenas sobresalir, en una trama de soportes de madera que evocan algunas construcciones medievales.
De esta forma, la intervención y la preexistencia establecen una conversación en el que se ponen en común la historia misma de los elementos, consiguiendo una obra que funciona perfectamente cohesionada. Como ya nos tiene acostumbrados Torrecillas, la materialidad de la obra casi se pone en entredicho para hacer de la luz el principal material de construcción.